Mi nombre es Javier Barea y fui alumno en el colegio durante los 4 años de la ESO. Después de esta etapa mi vida dio un cambio radical, ya que acabé viajando a Estados Unidos con mi familia para realizar el bachillerato. Quien me diría a mí que allí acabaría encontrando mi verdadera profesión: la ópera.
Me dieron la oportunidad de meterme en el coro del instituto y descubrí que me fascinaba cantar. Después de un año volví a España y me acabé uniendo al coro de ópera del Teatro Villamarta de Jerez. Tras un tiempo de indecisión acabé dejándolo todo para empezar una carrera como cantante solista y ahora, afortunadamente, puedo decir que soy graduado superior de Canto Lírico por el Conservatorio Superior de Música de Sevilla y que me gano la vida con esto.
Colaboro como coralista en el Teatro de la Maestranza de Sevilla y recientemente también en Intermezzo, el Coro Titular del Teatro Real en Madrid, la ópera de Oviedo y la ópera de Tenerife.
Así mismo, canto como solista en una gran cantidad de conciertos por Andalucía, Valencia y hace poco también Suiza, debutando el rol de Papageno de la Flauta Mágica (W. A. Mozart) en la Berlin Ópera Academy, una prestigiosa academia de ópera europea.
Nada de esto hubiera sido posible sin todas las herramientas y valores que me aportó El Altillo cuando era más pequeño. Para empezar, el gran énfasis que se le da al inglés y a los idiomas me permitió moverme con soltura siempre que estuve en el extranjero, y me ayudó a sentar las bases de una parte muy importante de mi profesión.
Por otra parte, cuando terminé mi etapa en el colegio me di cuenta de lo afortunado que era por toda la formación especial que recibimos. Destacaría el uso de las nuevas tecnologías, la insistencia en hacer exposiciones orales y exponerse al público, así como una visión del mundo más global, abierta y tolerante (algo que creo ha mejorado aún más en el centro desde que yo me fui).
Finalmente, y como descubrirán los futuros alumnos, en el Altillo conocí a grandes personas, que aún me acompañan después de más de 12 años de haber entrado en el colegio. Estas son las amistades que duran toda una vida, las personas más importantes que se convierten en tu familia elegida.
¿Qué consejo le daría a alguien que empieza esta etapa? Pues como buen jerezano, os recomiendo que seáis pejigueras. Insistid, nunca tiréis la toalla. Sed pesados, tozudos y resilientes. Si sabéis que algo está ahí para vosotros, id a por ello sin dudarlo, por mucho que os tropecéis. Porque aunque no lo parezca, hasta los más grandes se han caído muchas veces. Los que triunfan y consiguen lo que quieren no son los más listos ni los más talentosos, sino los que no dudan en levantarse siempre que están en el suelo. Esos son los que se llevan el premio.